Eran las 6:00 h. aproximadamente de un mes de Abril cuando llegué al Espigón de la Térmica, y me dispuse a esperar el amanecer. Cuando al Sol todavía le faltaba un rato para que apareciera por levante me di cuenta del color y aspecto que tenía el cielo; evidentemente la contaminación atmosférica y lumínica era evidente pero ello, en mi opinión, le proporcionaba una cierta belleza que quise guardar como recuerdo.
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